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La relación médico-paciente: una cuestión de confianza

La relación médico-paciente siempre ha sido una cuestión de confianza, dónde el paciente ha aceptado tácitamente una relación de ayuda por parte del médico ante un problema de salud. Sin embargo, actualmente asistimos a un cambio o transformación en los roles que se adoptan tanto por parte del médico como del paciente. El médico es (o debería serlo) un profesional sanitario con vocación de servir, acitud compasiva y espítitu de ayuda hacia la persona que está enferma o sufre. A partir de ese principio, estudia una larga y compleja carrera científica para conocer en profundidad tanto el funcionamiento del cuerpo humano como sus potenciales patologías y sus alternativas de tratamiento. El vasto conocimiento que esta disciplina genera ha creado de forma paulatina la necesidad de especializarse e incluso superespecializarse en un área muy concreta del saber médico. Esta fragmentación del conocimiento y experteza es lo que nos ha permitido llegar a una medicina de excelencia desde el punto de vista académico, técnico y práctico impensable hace tan sólo unas décadas.

El paciente es aquella persona que padece una enfermedad. Puede encontrarse asintomático o con un cortejo de síntomas o molestias que perduran en el tiempo, atravesando así el proceso de enfermar y que le llevan a la determinación de pedir ayuda o consultar con un médico. En este punto se inicia la relación médico-paciente y a través de ella girará en gran parte todo el proceso diagnóstico-terapéutico.

La relación médico-paciente y la comunicación en consecuencia entre ambos puede ser, en función de si ésta se centra en la enfermedad o en la persona, o bien si se adopta una relación directiva o facilitadora, de cuatro tipos:

– Autoritaria: En ella el médico adopta un rol directivo sobre la enfermedad del paciente y le indica de forma autoritaria lo que debe hacer, anulando al paciente cualquier posibilidad de diálogo o réplica.

– Paternalista: Es la relación médico-paciente que más habitualmente ha imperado (todavía impera) y en la que el médico adopta un rol directivo en la toma de decisiones sobre el enfermo y su entorno, siempre bajo un propósito de no maleficiencia y protección de su salud.

– Deliberativa: Es sin duda la relación médico-paciente más deseable. Se establece en ella un necesario diálogo en la toma de decisiones compartida, a través de la adopción de un rol facilitador del médico hacia el paciente. Se obtiene a través de ella una relación cordial y respetuosa, con una comunicación empática y orientada en ayudar al paciente a tomar conciencia de su problema y exponer posibles soluciones. Médico y paciente asumen cada uno su parte de responsabilidad. Ello exige un compromiso ético de confianza y respeto mutuo constituyendo el mejor modelo y el más eficiente para la comunicación mutua.

– Democrática: También llamada autonomista. Es la típica relación médico-paciente “a la carta” o tipo clientelar. Es una relación facilitadora enfocada en la enfermedad y en la que se abandona a su suerte al paciente a que tome sus propias decisiones, con el fin básicamente de complacerle. Esta relación es consecuencia típica del ejercicio de una medicina defensiva ante la posible judicialización en aquellos casos en los que los deseos o las expectativas del paciente no se vean cumplidas.

Es posible que se opine que este esquema se considere demasiado simplista o esquemático. Cierto, pues existe un amplio abanico de posibilidades en las que se desarrolla la relación clínica medico-paciente. Son muchos los factores que influyen actualmente en esa relación que está cambiando y evolucionando drásticamente como consecuencia de una mayor accesibilidad a la información y a los cambios socio-económicos que se están produciendo.

En la práctica clínica diaria podemos identificar muchos de los factores que intervienen en la relación médico-paciente:

Factores dependientes del paciente:

Nivel socio-cultural
Actitud, carácter y personalidad
Creencias y expectativas
Situación biográfica personal

Factores dependientes del médico:

Personalidad rígida o dialogante
Grado de formación y especialización

Factores dependientes del entorno:

Situación familiar del paciente
Burocracia administrativa
Judialización de la Medicina
Presión asistencial
Disponibilidad de recursos y tiempo
Intervención de un mayor numero de profesionales sobre un mismo paciente

Política sanitaria

A diario, médicos y pacientes dialogan condicionados por los factores apuntados arriba. En ese diálogo el médico con sus cualidades, pero también con sus incertidumbres y deficiencias como ser humano que es, se aproxima al enfermo con la noble intención de ayudarle, comprenderle y con la certeza de respetarle dentro de su vulnerabilidad como persona adulta que es. Lograr el equilibrio no siempre resulta fácil. El médico debe tener la suficiente amplitud de miras como para manejar a partes iguales la biología de la enfermedad como el reconocimiento en toda su dimensión humana de la persona que tiene delante. En esa relación de ayuda debe existir profesionalidad, escucha activa y actitud compasiva para convertirse en el mejor guía, consejero o asesor clínico posible.

Muchos médicos consideran que se les ha arrebatado el poder de épocas pasadas y también sucede que, a día de hoy, muchos pacientes no se sienten cómodos asumiendo un nuevo poder en la toma de decisiones para las que no se sienten capacitados. El médico tiene la formación y el criterio para aconsejar de forma objetiva y facilitar la información que el enfermo precise y éste debería actuar en consecuencia de forma adulta, activa y siempre respetuosa. Tenemos ambos ante nosotros el reto de hacerlo posible.

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